martes, 20 de abril de 2010

MONTILLA, "AÑO JUBILAR"


San Francisco Solano, El Apóstol de América






San Francisco Solano nació en Montilla, en 1549, siendo bautizado el 10 de marzo de ese año en la parroquia de Santiago, donde actualmente se conservan, como preciado tesoro, el libro de asiento de dicho bautismo y la pila bautismal donde El Santo, con apenas horas de vida, recibió el sacramento por el que todos los cristianos son incorporados a la Iglesia de Jesús.


Fue Francisco el tercer hijo de Mateo Sánchez Solano y Ana Ximénez. Sus otros dos hermanos se llamaban Diego e Inés. En un ambiente familiar piadoso y cristiano, la vocación religiosa de Francisco fue temprana y, tras sus estudios con los padres Jesuitas, entró como novicio en el convento franciscano de San Lorenzo, situado en la llamada Huerta del Adalid. Desde el primer momento, ya empezó a destacar por su paciencia, afán de servir al prójimo, humildad y alegría.


El 25 de abril de 1570, con 21 años cumplidos, hizo profesión religiosa para ser fraile de coro. Era la música una de las grandes aficiones y virtudes de fray Francisco, que supo transmitir allá por donde pasó. De ahí que sea en la actualidad patrono del folclore argentino. Herencia de las noches que pasaba cantando a la Virgen son las tradicionales serenatas y coplas a la Virgen de la Aurora, celebradas cada año en Montilla en honor a la Patrona de la ciudad.


A los dos años de ser fraile, es destinado al convento sevillano de Nuestra Señora de Loreto, donde cursa estudios de filosofía y teología, para ser ordenado sacerdote en 1576. Habiendo sido nombrado predicador y confesor, regresa a Montilla con motivo de la muerte de su padre. Es entonces cuando, en su propio pueblo, comienza a realizar curaciones inexplicables y a generar una atracción tal a quienes escuchan sus sermones que, en poco tiempo, cobra fama de ser un hombre tocado por la mano de Dios.



Tras breves estancias en los conventos cordobeses de La Arruzafa y San Francisco del Monte, el padre Solano solicita permiso para trasladarse a la villa de Montoro, que estaba sufriendo una virulenta epidemia de peste, para socorrer a sus habitantes. Durante más de un mes, y en compañía de fray Buenaventura Núñez, cuidaron de los enfermos que les eran llevados hasta la ermita de San Sebastián, lugar alejado de la villa donde fijaron el hospital para los afectados. Los dos frailes atendían a los enfermos, los aseaban, alimentaban, les hacían las camas, les administraban los sacramentos, y, cuando fallecían, los enterraban. Hoy día, en Montoro, el nombre de dos calles, un colegio público y uno de los altares de la iglesia de San Sebastián, recuerdan la labor humanitaria llevada a cabo por El Santo.


Estando en el granadino convento de la Zubia, solicita marchar de misionero a América y es elegido para formar parte de la expedición organizada por fray Baltasar Navarro, destinada a evangelizar la región argentina del Tucumán.


Durante 15 años, el padre Solano misionó por la Pampa argentina, el Chaco paraguayo, las selvas de Uruguay y el Río de la Plata, siempre a pie y sin otro apoyo que su inquebrantable fe, predicando la palabra de Jesucristo, defendiendo la dignidad de los indígenas y ayudando, tanto en lo espiritual como en lo material, a los más necesitados.


Pero es en Lima, capital del Virreinato del Perú, donde fray Francisco Solano, con su ejemplo de vida, su amor al prójimo, sus predicaciones al pueblo y sus milagros, comienza a ser tenido por todos los que le conocían como un santo en vida.


Gravemente enfermo, el 14 de julio de 1610, a las once y tres cuartos de la mañana, el padre Solano fallece en su celda del convento limeño de San Francisco de Jesús. El hecho de que en su entierro su féretro fuera portado por el Virrey y el Arzobispo de Lima revela la profunda influencia en aquella sociedad de aquel fraile franciscano que llamaban El Santo.


Tal era su fama de santidad que, tan sólo 15 días después de su muerte, se abrió su proceso de canonización. San Francisco Solano fue beatificado en 1675 y canonizado el 27 de diciembre de 1726. Tras su beatificación, su fiesta se celebra no sólo en Montilla, sino también al otro lado del océano Atlántico: en Lima, en multitud de localidades argentinas y del Paraguay…


San Francisco Solano basó su vida en el amor a Dios y al prójimo, en su compromiso con los más necesitados y en su fe en el Evangelio de Jesús. Cuatrocientos años después de su muerte, el espíritu del Padre Solano permanece vivo y no hay lugar mejor donde encontrarlo y sentirlo que en la propia tierra que le vio nacer: Montilla.




Antonio Salas Tejada
Guionista de Montilla, Año Jubilar

domingo, 18 de abril de 2010

Tu aliento es el aliento de las flores



Tu aliento es el aliento de las flores,
Tu voz de los cisnes y la armonía,
Es tú mirada el esplendor del día,
Y el color de la Rosa,
¡Es tú color!
Tú prestar nueva vida y esperanza
Aun corazón con el amor ya muerto.
Tú crees de mi vida en el desierto,
Como crecen un páramo en la flor.

martes, 6 de abril de 2010

VINO BLANCO



VINO BLANCO
En la negrura de tus ojos tristes
en la noche incierta de tus humedades
de tu boca -mi copa-
¡Beberte quiero!

En la incertidumbre de tus fragilidades
de lo profundo de tus libertades
de tus labios -mi cáliz-
¡Pensarte quiero!

De mi locura y de tus ocasos
con mi razón y tus emociones
por mis necedades y con tus ansiedades...
¡Amarte espero!

Ven a mí –Amor-
Así...
Acércate más y dame un beso.

Signemos con rosas rojas
y coplas de vino blanco
este amor apasionado.

José Saramago