sábado, 28 de mayo de 2011

"Morir de amor"





Hoy me gustaría preguntar si se puede "morir de amor ", ciertamente no sé si se le llama amor a algo no correspondido, a algo que sea obsesivo, caprichoso o tirano, a algo que busque perjudicar al otro o humillarlo.
El verdadero amor es un regalo de los dioses, debe ser sentirse en la cumbre, olvidar mortalidades, incertidumbres, angustias y rencores, quizás el verdadero amor, va más allá de la vida, la muerte, porque aún si hay muerte, no se rompe, siempre permanece, es algo muy fuerte, que no se mezcla: es una llama delicada que lo llena todo, el verla o no, está en nosotros.
El amor no reanima, no mata, el amor va más allá de cualquier límite temporal y espacial, claro el verdadero, por eso Romeo y Julieta, lo dieron todo, a simple perspectiva murieron, en el fondo, fueron un entrañable ejemplo de amor, que no los separó nada. Aquí os dejo con una pequeña historia.
Vícent se dejo caer de rodillas.
Con el paso de los años, el montículo original se había ido afirmando hasta que la tumba estaba marcada por una leve hondonada. Allí la hierba era dispersa, sus tallos ásperos y tiesos, diferentes del césped restante, cosa que no podía explicarse; incluso en los meses que siguieron al sepelio, la hierba no había florecido sobre ella. Mirando fijamente la tierra ante sus ojos, vicent se pregunto si la lapida le ayudaba a aceptar su muerte, si viendo cada día su nombre y la fecha de su fallecimiento grabados en una placa de mármol, aquella imprimía la perdida en su corazón de forma lenta pero constante, que le perturbaba un extraño olvido y una esperanza que jamás seria colmada.
Se tendió sobre la tumba y torció la cabeza para pegar una oreja a la tierra, casi como si esperara que ella le hablara desde su subterránea morada. Apretando el cuerpo contra la dura tierra, anheló poder sentir la vitalidad que ella irradiaba antaño, la energía singular que había surgido de ella como el calor de la puerta abierta de un horno…, pero no sintió nada.
Aunque su amada había sido una mujer especial, vicent comprendía lo absurdo que era esperar, después de ocho años, que su cadáver irradiara no siquiera una leve sombra de amor que le había prodigado mientras estaba viva; no obstante, sufrió una grave decepción al comprobar que sus huesos sagrados no emitan ni la mas sutil aura a través de la tierra.
Lagrimas candentes le quemaron los ojos, e intento contenerlas. Pero un leve rugido de trueno conmovió el cielo y gruesas gotas comenzaron a caer, y desde aquel instante la tormenta y las lágrimas fueron incontenibles.
Ella yacía sólo a unos metros bajo su cuerpo… Vicent sentía la necesidad apremiante de abrirse paso hasta su morada. Sabía que su carne se habría deteriorado, que encontraría solo huesos arropados por una mucosidad vil origen impensable, pero quería abrazarla y dejarse abrazar, incluso aunque hubiera de disponer los brazos esqueléticos alrededor de él en un abrazo simulado. Llego a arrancar la hierba y coger unos cuantos puñados de tierra. Sin embargo, unos sollozos espasmódicos le sacudieron muy pronto, hasta agotarle y dejarle demasiado débil para luchar por más tiempo contra la realidad.
Ella estaba muerta.
Se había ido.
Para siempre.